A pesar de que tantos dulces mexicanos con chile y chamoy, están hechos a base de tamarindo, este fruto no es originario de América, sino de la India y llegó al “continente americano a través de los españoles colonizadores”, de donde “se extendió a los países tropicales de América”[1].
El tamarindo es muy rico en fibra, sobre todo su pulpa. Por eso, al tomar “zumo en altas concentraciones, éste tendrá un efecto laxante que ayuda a depurar el organismo”, y es así como se convirtió en un diurético natural. Aunque hay que tener cuidado al tomarlo si se padece alguna enfermedad del riñón.
Hay quien recomienda consumirlo en casos de inflamación, porque parece que “disminuye inflamaciones articulares, musculares y de los vasos sanguíneos”[2].
La fuente farmacéutica también dice que frutas, hojas y flores del tamarindo tienen otras propiedades, como[3]:
- Tiene un alto contenido de vitamina C, E y B1.
- Posee minerales como el calcio, zinc, potasio, hierro, fósforo y magnesio.
- Favorece el transporte de oxígeno en el sistema circulatorio.
- Regula el nivel de colesterol en la sangre.
- Protege el cuerpo del daño de los radicales libres.
Es relevante hacer hincapié que en México el tamarindo casi nunca se consume sin azúcar, aunque el consumo extra de ésta casi nunca es necesario, por el contrario, es dañino. Por ello, recomendamos consumirlo sin azúcar ni irritantes.
NOTA IMPORTANTE: Recuerde que, si bien APRENDER A ENVEJECER aporta información de fuentes confiables, siempre recomendamos que consulte primero a su médica o médico de cabecera, y que evite automedicarse.
[1] https://nutricionyfarmacia.es/blog/dietetica/alimentos/tamarindo-beneficios/
[2] Ibid.
[3] Idem.
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