Desde hace varios años, en Occidente se ha comprobado la utilidad médica de la meditación. La meditación es una práctica milenaria de los budistas, los monjes tibetanos y los ermitaños en Oriente, quienes, al meditar, han logrado que sus conexiones neuronales funcionen de manera distinta a la habitual. Esa forma de trabajo cerebral, durante la meditación, es sumamente valiosa, equiparable a lo que podría ser encender y apagar, o poner en pausa y resetear, un aparato que requiere descanso.
Se ha comprobado que las personas que logran entrar a otros estados de conciencia, durante la meditación, pueden gozar de mayor paz y concentración, así como estabilizar la frecuencia cardíaca y reducir la angustia. Según la Clínica Mayo[1], la meditación puede ofrecer una sensación de calma, paz y equilibrio que mejora el bienestar emocional y la salud en general. Además, es una herramienta para afrontar el estrés, ya que permite enfocar y dirigir la concentración. La meditación también puede enseñar a mantenerse centrado y a conservar la paz interior, lo que se refleja en un cotidianidad más tranquila y en el control de algunos síntomas de ciertas enfermedades.
Entre los beneficios que enumera la misma fuente se encuentran[2]:
- Brindar una nueva perspectiva sobre las cosas que generan estrés.
- Adquirir habilidades para controlar el estrés.
- Aumentar la autoconciencia.
- Concentrarse en el presente.
- Reducir los pensamientos negativos.
- Estimular la creatividad.
- Disminuir la frecuencia cardíaca en reposo.
- Reducir la presión arterial en reposo.
- Mejorar la calidad del sueño.
NOTA IMPORTANTE: Recuerde que, si bien APRENDER A ENVEJECER aporta información de fuentes confiables, siempre recomendamos que consulte primero a su médica o médico de cabecera, y que evite automedicarse.
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[1]https://www.mayoclinic.org/es/tests-procedures/meditation/in-depth/meditation/art-20045858
[2]Idem.
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