En México, como en todas las sociedades del mundo, la historia política ha estado fuertemente vinculada a la religión. Conflictos armados, prolongados a lo largo de siglos (como ocurrió en el SXIX en esta nación), han tenido entre sus disputas, lamentablemente, móviles religiosos.
La religión, en cualquiera de sus fases evolutivas (pensamiento mágico, chamanismos, supersticiones, etcétera), ha jugado un papel fundamental en la estructura social e individual y, a diferencia de lo que se auguraba por los sociólogos de los años setenta, es un pilar fundamental de muchas comunidades. Considerado de avanzada, es permitir que cada quien profese la religión que desee, sin afectar a terceros ni ejerza imposiciones autoritarias.
Entre las personas estudiosas de la sociología que más han explorado el tema sociedad y religión, están los siguientes[1]: Max Weber; Émile Durkheim, Georg Simmel, Carlos Marx, Peter Berger, Sigmund Freud, Karl Jung y Claude Lévi-Strauss.
En la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, desde 1917 se consagra el derecho a la libertad de creencias en el Artículo 24[2], es decir a la libertad de culto, esto es[3]:
…Se entiende por libertad del culto o libertad religiosa el derecho de los ciudadanos a elegir su sistema de creencias, sean religiosas o no, así como el derecho a profesar la fe públicamente, sin que ello sea causa de discriminación, persecución, intimidación, violencia, prisión o muerte…
La educación pública, laica, justamente garantiza que no se imponga por parte del Estado una educación que responda a doctrina religiosa alguna.
El derecho a la libertad religiosa, hoy por hoy, “está señalado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (ICCPR por sus siglas en inglés)”[4].
[1] http://www.sociologicamexico.azc.uam.mx/index.php/Sociologica/article/view/1548/1635
[2] http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf_mov/Constitucion_Politica.pdf
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