Estirar el cuerpo de manera integral, antes de utilizarlo, debiera ser algo que todas las personas hiciéramos sin falta y, sin embargo, no tenemos ese hábito. Por reflejo, desde la infancia, nos estiramos a la hora de despertar. Así lo hacen también muchos animales. No obstante, las prisas de la vida adulta nos orillan a dejar de estirarnos todos los días.

El cuerpo requiere, antes de comenzar a moverse, que la sangre circule por todas sus partes y que la mayoría de los músculos puedan calentarse. La flexibilidad del cuerpo dependerá, en gran parte, a lo largo de nuestras vidas, de la cantidad de ejercicios de estiramiento y calentamiento que hagamos.

La medicina oriental, muy avanzada, sabe que las enfermedades se producen cuando en alguna parte del organismo ocurren bloqueos. Cuando está fluyendo la sangre y tenemos una circulación buena, es menos probable que esto suceda.

Para estirarse no se requiere demasiada ciencia, pero sí es importante que lo hagamos todos los días y con mucho cuidado; esto es, no hacer movimientos bruscos ni muy dolorosos, ir despacio, con calma, y darle unos segundos, por lo menos 20, a cada músculo, para que se logre calentar, estirar y sentir. Primero, es recomendable mover la cabeza y las cervicales; después dedos, manos, brazos, hombros, columna vertebral, coxis, piernas, pantorrillas, pies, dedos de los pies.

Tratemos de no dejar nada sin tocar ni mover, despacio. Literalmente, debemos dejar que entre el cuerpo en calor. No deben olvidarse todos los músculos del rostro, la cara, la boca, los ojos. Tampoco desdeñar la cintura ni la espalda. Es importante, cuando sentimos algún tirón, no exagerar la postura, pero sí mantenernos ahí durante algunos segundos, sin que nos lastimemos, para que el músculo realmente se pueda estirar[1].

 

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David Martínez
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[1] https://mayocl.in/3URtjaa

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