Vitamina D
Estudios científicos actuales[1] confirman que la vitamina D colabora poderosamente con nuestro sistema inmunológico. Conocida también como la vitamina solar –porque una de las maneras del cuerpo para obtenerla es exponerse a los rayos ultravioleta del sol (si bien no se recomienda asolearse por más de ocho minutos al día). La otra manera de adquirirla es mediante suplementos alimenticios (cápsulas) o consumiendo aceite de hígado de pescado, salmón fresco y –aunque se halle en menores cantidades– leche, mantequilla, huevos, carne de res y algunos aceites vegetales.
El nombre científico de la vitamina D es Colecalciferol, y sus niveles en sangre –una vez que el hígado la ha metabolizado– se miden clínicamente en forma de lo que se llama 25-hidroxivitamina D y 1,25 dihidroxivitamina D, lenguaje especializado que interesa al personal médico cuando sospecha una falta de estas sustancias en el organismo.
Las dosis recomendables de vitamina D para personas adultas mayores[2] tienen que estar en un rango entre 400 y 800 UI (Unidades Internacionales que son utilizadas para medir la actividad de muchas vitaminas, de hormonas, enzimas y algunos medicamentos).
La deficiencia de esta vitamina ocurre en todo el mundo, pero especialmente en el Medio Oriente, China, Mongolia y la India, siendo los grupos con mayor riesgo de deficiencia de vitamina D las personas adultas mayores y las mujeres embarazadas o que están en su proceso de menopausia.
Ahora bien, esta deficiencia se puede prevenir sencillamente mediante la exposición moderada al sol y con el consumo de los alimentos mencionados, siempre que –claro– lo indique su médico.
NOTA IMPORTANTE: Recuerde que, si bien APRENDER A
ENVEJECER aporta información de fuentes confiables, siempre recomendamos consulte
primero a su médico o médica de cabecera, así como evitar el automedicarse.
[1] Revista Nature: https://www.nature.com/articles/s42003-021-01943-3
[2] https://www.sciencedirect.com/sdfe/pdf/download/eid/1-s2.0-S0889852917300646/first-page-pdf
Comments are closed.