Prepararnos para la despedida de la vida es algo doloroso, complejo, difícil y puede ser muy triste; por esas razones la gran mayoría de las personas lo evitan y, sin embargo, con esa evasión se limitan las posibilidades de recapturar lo mejor de los años vividos, se acumula angustia, dolor y estrés que en nada colaboran con el final de la vida.

Las y los tanatólogos saben perfectamente la importancia de llegar con salud emocional y mental a ese momento. Este grupo de especialistas, profesionales del duelo, trabajan de manera profunda y efectiva para abonar tranquilidad y comprensión a estos momentos que atraviesa la persona que va a morir y a toda su familia, amistades y seres que lo rodean.

Entre las recomendaciones tanatológicas más frecuentes para quienes acompañan a la persona que fallecerá, están[1]: acompañarla, respetar sus silencios y decisiones, decirle cuánto se le ama, ayudarle a recuperar y recordar sus logros y éxitos.

También es muy aconsejable que se le consulte para ayudarle a “identificar sus problemas”, por ejemplo: preguntarle en qué piensa o qué le preocupa, con quién quisiera estar y qué le duele y cómo quisiera ser ayudado[2].

Finalmente, una de las tensiones que más agobia a la persona que está muriendo es justamente la despedida y el dolor de quién lo acompaña entonces, una de las claves para aminorar su sufrimiento y que pueda retirarse con más paz, es darle permiso de irse[3]:

…En ocasiones, ante el sufrimiento de sus familiares, la o el moribundo no se concede permiso para irse. Podemos ayudarle diciéndole que le queremos, que estaremos bien, que no debe de preocuparse por nosotros…

NOTA IMPORTANTE: Recuerde que, si bien APRENDER A ENVEJECER aporta información de fuentes confiables, siempre recomendamos que consulte primero a su médica o médico de cabecera, y que evite automedicarse.


[1] https://www.plusesmas.com/salud/la_muerte_y_el_duelo/como_ayudar_a_morir_que_debemos_hacer/609.html

[2] Ibid.

[3] Ídem.

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