La piel es la entrada de nutrientes y elementos saludables hacia nuestro organismo; también es la frontera por donde se pueden colar enfermedades o microorganismos dañinos.

Nuestra epidermis se aparece a una gabardina impermeable perfecta que nos ayuda a detener todo lo que no debe de entrar al cuerpo (polvo, bacterias, hongos, resequedad, etcétera), pero también es permeable para cuando se debe de absorber, por ejemplo, la vitamina D tomada del sol.

Las personas adultas mayores experimentan el debilitamiento y la fragilidad de esa gabardina impermeable. Con la edad, nuestra piel se vuelve más porosa y mucho más delgada, de manera que esa capacidad que tenía para detener agentes nocivos se va perdiendo. Esto significa que cuando nos maquillamos con ciertos productos no orgánicos e inadecuados para nuestra edad, se van quedando residuos en la piel que también afectan a los ojos y la vista directamente.

Es importante, antes de que se tome cualquier decisión, consultar con una dermatóloga o dermatólogo especialista en pacientes geriátricos para saber cuánto y cómo se debe de maquillar cada paciente.

En general también se recomienda consultar cómo se debe de cuidar específicamente cada tipo de piel en los pacientes mayores, porque es un hecho que nuestra piel es una frontera que debemos de cuidar muchísimo.[1]

 

 

NOTA IMPORTANTE: Recuerde que, si bien APRENDER A ENVEJECER aporta información de fuentes confiables, siempre recomendamos que consulte primero a su médica o médico de cabecera, y que evite automedicarse.

 

 

 

[1] https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/004014.htm

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