De acuerdo con el diccionario digital de la Real Academia Española, la palabra ingratitud significa[1] desagradecimiento, olvido o desprecio de los beneficios recibidos. Las madres y los padres suelen poner sus propios intereses, gustos, deseos y vida misma en un segundo plano para darle a sus hijos e hijas lo que requieren: educación, salud, vivienda, esparcimiento, alimentación y vestimenta. Por otro lado, olvidando los esfuerzos y los empeños que sus padres les brindaron, las hijas y los hijos, no siempre se hacen cargo de los requerimientos básicos y elementales que sus padres necesitan actualmente para vivir de manera digna.

En términos jurídicos, la ingratitud de hijas e hijos puede tener consecuencias si ésta deriva en negligencia y abandono. En este sentido, las personas adultas mayores que se sientan abandonadas y que han sido totalmente descuidadas, pueden realizar una demanda a sus hijos e hijas por no apoyarles en la construcción de una vida digna. Además, hay una forma específica en la que las y los adultos mayores pueden hacerle saber a sus descendientes que han sido ingratos: “Si un padre o una madre considera que el hijo o la hija no está teniendo un comportamiento adecuado o de gratitud hacia ellos, puede desheredarle”[2].

Además, las donaciones de padres a hijos también pueden ser revocadas por causa de ingratitud que en derecho civil se demuestra “mediante la prueba de la comisión de un ilícito o delito civil por el donatario en agravio del donante, sus familiares, cónyuges o bienes”[3].

 

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[1] https://dle.rae.es/ingratitud
[2] https://www.finect.com/usuario/Josetrecet/articulos/puedo-desheredar-persona
[3] https://www.elsoldemexico.com.mx/analisis/la-ingratitud-en-la-donacion-7900438.html

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