Voluntad anticipada
Desde que se aprobó en la Ciudad de México en 2008, en más de 14 estados del país existe el acceso legal y reglamentado a lo que llamamos voluntad anticipada.
La voluntad anticipada es una forma de solicitar explícitamente que no se apliquen más tratamientos ante una muerte médicamente imposible de evitar[1]. Esta voluntad de las y los pacientes debe de estar avalada por un documento o formato que demuestre que se ha tomado esa decisión; es decir, cuando alguien no quiere le prolonguen su vida, diagnosticado como en estado terminal y siendo imposible mantenerla de forma natural.
La autonomía individual expresada en la voluntad anticipada se deriva muy concretamente del derecho humano indeclinable que tiene cualquier persona para autodeterminar su vida, su cuerpo y su muerte[2], y poder así acceder sin traba alguna a ese ámbito íntimo de decisión.
Hace varias décadas no había necesidad de la voluntad anticipada, puesto que ésta va ligada al vertiginoso desarrollo de los avances tecnológicos de la medicina, los cuales han permitido al sistema médico librar batallas difíciles contra la muerte, no siempre considerando la dignidad que pueda o no haber durante ese proceso para los propios pacientes.
“Es importante aclarar –dice el sitio de gobierno en donde se orienta a las personas sobre qué hacer y qué requisitos cumplir para firmar documento o formato– que voluntad anticipada no es lo mismo que eutanasia, es decir, el acto deliberado de dar fin a la vida de un paciente”[3]. Las estadísticas arrojan que son las personas adultas mayores y en su mayoría mujeres, las más dispuestas a tramitar la voluntad anticipada.
[2] https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/8/3833/15.pdf p. 4.
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