Todas las personas de todas las naciones, tenemos todos los derechos humanos. Esto es importante recalcarlo porque aún no ha permeado universalmente la cultura de los derechos humanos, explícitamente signada por los países miembro de la Organización de las Naciones Unidas desde 1948. A más de setenta años de distancia, vale la pena continuar difundiendo que siempre se puede y debe de exigir el respeto irrestricto a la vivienda, a una vida digna, al descanso, al trabajo, a tener una identidad, a no ser violentado ni discriminado.

Si las personas adultas mayores están en un asilo, en casas de día o en casa con sus familiares, se encuentran también, desde luego, facultadas para exigir y hacer valer a plenitud todos sus derechos humanos. De no ocurrir un respeto a éstos, puede denunciar como corresponde y el propio INAPAM le puede apoyar para asesoría jurídica gratuita. Esto se reitera porque a veces hay descuidos, abusos, violencia, negligencia, abandono y maltrato directo o discriminación en los asilos, por parte de otras personas o de las y los cuidadores, y esto debe de ser denunciado. El propio Estado, para cumplir con aportar los contextos y las herramientas suficientes para que las personas adultas mayores vivan dignamente su edad, debe de proporcionar espacios adecuados para la recreación, para la atención de su salud mental, emocional y física; para la integración social; para la capacitación permanente. Esto significa que los espacios y entornos que brindan los gobiernos en favor de lo anteriormente mencionado para el disfrute y goce de las personas adultas mayores, es parte constituyente de los derechos humanos de éstas, y se ha firmado a nivel internacional que México debe respetar la integridad de este catálogo de derechos[1].

 

[1] https://www.cndh.org.mx/sites/all/doc/cartillas/2015-2016/27-DH-Adultos-Mayores.pdf

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