“Mi nombre es Salvador Agüero y de sobrenombre me dicen Rabito o Rabo[1], como quieran”. Así empieza un fragmento del título Nunca nos volveremos a ver, de la serie Maestros olvidados, en honor a este pionero del jazz mexicano, músico inigualable, encargado de la batería como aprendió, de niño, de su propio padre.

Para Agüero, según ha dicho en diversas entrevistas, la música se le metió en el alma y la vocación, desde que su padre lo llevaba con él a la emisora de radio XEW. Una de sus influencias musicales, reconocidas por el propio Agüero, fue Jim Krupa, baterista de Big Band, por lo que decidió ir a la Escuela Libre de Música.

En el documental, con su propia voz, el talentoso baterista, reconocido por todos los músicos, en particular por los de jazz, asegura que el amor a la música implica invertir horas y horas al instrumento que se escoja tocar.

De manera honda y sencilla, él asegura que al mundo “venimos a morir y hay que saber aprovechar todo ese tiempo en lo que eso sucede. Te adaptas a la vida de la Tierra. Si algo te gustó de todo ese movimiento humano, como a mí la música y mi esposa, lo aprovechas”.

A pesar de la música que tanto ama y la vida que aún goza, Rabito asegura extrañar a su esposa y quererse ir con ella porque se siente solo.

El documental que comentamos es autoría de Sergio Muñoz y vale la pena verlo para adentrarse, de la mano de sus años y experiencia, en la biografía de un gran maestro del jazz mexicano, el baterista “Rabito” Agüero.


[1] http://canalcatorce.tv/?c=Programas&p=42&a=Det&t=1330&ci=7755&m2=5

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