Samantha Flores
Activista Transexual
Nació en Veracruz en 1932 con el nombre de Vicente Flores, donde dice haber pasado una infancia feliz al lado de su familia.
En entrevista para Vogue en 2020, Samantha señaló no recordar haber sufrido acoso escolar, que su madre lo quiso mucho, y su padre, ser esencial en su vida, nunca le agredió aunque siempre supo y comprendió que su hijo era diferente. “El bullyng me lo hice yo”, afirma: “Me sentía un ser humano con dos cabezas y tres brazos. El tercer brazo me lo podía esconder, pero las dos cabezas no. Quería ser invisible. Lo que más anhelaba en el mundo era mi libertad, no estar apresado en ese ambiente tan horrendo y opresivo que era mi pueblo”.
Con esfuerzo su padre dio a sus hijos las herramientas necesarias para que tuvieran un mejor futuro. Les pagó clases de inglés y cuando Samantha fue mayor de edad la apoyó para que se trasladara a la Ciudad de México a estudiar en la Escuela Comercial y Bancaria de Reforma. Al finalizar su carrera (1957), regresó a casa a trabajar en una empresa cervecera. Habiendo ganado un automóvil en una rifa, lo vendió para viajar a Los Ángeles, perfeccionar su inglés y tomar un curso en Hotelería.
A principios de los 80 comienza a laborar en la industria hotelera en México, una de las pocas industrias que ‘aceptaba’ a la comunidad LGBTTTIQ. La discriminación laboral era clara; los sueldos eran mucho menores para aquellos que “no tenían que mantener a una familia’. Este tipo de discriminación despertó en Samantha el deseo de luchar por las causas en pro de los miembros de la comunidad y de las personas en situación de vulnerabilidad.
Samantha tuvo la capacidad de abrirse camino en otros ámbitos y logró entablar grandes amistades con gente del mundo del espectáculo y la cultura. Ayudó a Morris Gilbert, director de teatro, haciendo diferentes colectas durante la presentación de Los Monólogos de la Vagina para las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, la Casa Amiga de Ciudad Juárez y para niños con VIH a solicitud del propio Morris.
Realizar este tipo de colectas tuvo un efecto importante en Samantha, quien señala cambiaron su visión del mundo mostrándole la imperiosa necesidad de ayudar a la gente vulnerable. Uno de sus compañeros dentro del grupo ‘Ser Humano’ le sugirió ayudar al adulto mayor de la comunidad LGBTTTIQ, por considerar que se trataba de seres olvidados e invisibilizados. Con la ayuda de un grupo de amigos y donadores, Samantha inició desde su hogar la asociación civil ‘Laetus Vitae Vida Alegre’, logrando materializar su sueño en lo que hoy es la ‘Casa de Día para el Adulto Mayor’.
A los 89 años de edad, la lucha de Samantha no se detiene. Lleva 3 años al frente de esta casa, y en una entrevista reciente señaló que sigue teniendo proyectos: “Tener mínimo tres casas más donde pueda alojar de ocho a diez personas de la tercera edad, ayudarlos a administrar ellos mismos esas casas para que puedan vivir con sus propios esfuerzos y recursos”.
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Grcias por el contenido! Me encanto 🙂