Todas las personas merecemos tener una vejez digna, con calidad de vida. Es cierto: existen una serie de factores externos que podrían facilitarnos esta etapa. Políticas públicas, por ejemplo, pero también existen otros más que dependen directamente de nosotros y que son totalmente nuestra responsabilidad.

Primero: hacer ejercicio. Nadie puede hacerlo por nosotros. Esta es una actividad que repercute directamente en nuestro cuerpo y en nuestro cerebro. Segundo: elegir correctamente los alimentos que consumimos. Los costos suben, sin duda, pero en la elección está la clave: una buena alimentación nos da energía y protege nuestro sistema inmunológico. Tercero: estimular nuestro cerebro. La lectura, el aprendizaje constante, bailar, visitar museos, participar en juegos de mesa… le garantizo que su cerebro estará feliz y usted también. Cuarto: socializar; es decir: convivir, platicar, intercambiar ideas con otras personas. Eso mantiene activo a nuestro cerebro, lentifica el deterioro cognitivo y contribuye, sin duda, a combatir la soledad no deseada.

La calidad de vida es un asunto relacionado con factores sociales y familiares, pero hay otra parte que nos toca a cada una de las personas que alcanzamos la vejez. No se pierdan ni un solo día de aprender envejecer. Todas las personas que aquí trabajamos tenemos el propósito de brindarles algunas ideas para que descubran la importancia de tener calidad de vida.

Por cierto: dijimos que bailar estimula el cerebro y el corazón, así que ahora vamos con…

 

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