En una exposición reciente de Carla Fernández, diseñadora mexicana, presentada en el Museo Franz Mayer, leí: “Todo cuerpo es hermoso y emana alegría”. Más adelante, decía: “La mayoría de nuestras prendas no tienen talla, pues rechazamos un ideal arbitrario de belleza. De ahí que nuestra moda sea flexible, adaptable y modular, y que procure estar en armonía integral con la persona que la habita”.

Estas palabras me interesan porque existen muy pocas personas y compañías especializadas en producir ropa para personas mayores, no con el enfoque de “belleza única”, sino de comodidad: de fácil acceso al ponerla y quitarla, de mantenimiento ligero e, incluso, pensada para personas con ciertas discapacidades. Dicho de otra manera: las personas mayores no inspiramos. Se dice en todo el mundo que si la famosa tienda “eligió a una vieja como modelo” para representarla, pero no se habla de diseñar de acuerdo con los cuerpos envejecidos. No. Esos no se ven: esos tenemos que ocultarlos.

“Todo cuerpo es hermoso y emana alegría”, como dice Carla Fernández, y los cuerpos de nosotras, las personas mayores, también son bellos, alegres y vivos. Gran oportunidad creativa, si nos toman en cuenta. ¿Cuál es su opinión? Me encantaría conocerla.

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