En palabras más, palabras menos, Charles Darwin, el célebre naturalista inglés, afirmaba que “no es el más fuerte de las especies el que sobrevive, ni el más inteligente, ni el más grande. Sobrevive aquel que es más adaptable al cambio”. Traigo esto a colación porque espero que, poco a poco, ya sea a través de los contenidos de nuestro programa o por cuenta propia, encuentren formas alternativas de adaptarse y comprender su envejecimiento.

No les pido que se resignen. Resignarse implica renunciar, abdicar, enfrentarse a algo sin remedio, algo que te ha derrotado y de lo que se culpa a la mala suerte o la fortuna. ¡No! Envejecer es el resultado de vivir, de vivir muchos años, y hoy contamos con grandes enseñanzas que nos muestran que podemos mejorar la calidad de nuestro envejecimiento; que no se necesitan grandes sumas de dinero para elegir alimentos nutritivos o dedicarnos a ejercitar el cuerpo.

Adaptarnos tiene que ver con familiarizarnos, ambientarnos a situaciones que son irreversibles. Implica que nos involucramos con acciones, que participamos de manera activa en ese proceso. Tenemos que adaptarnos, no resignarnos. Envejecer es un proceso natural del ciclo vital y nadie que quiera vivir muchos años podrá evitar el deterioro que esto conlleva. Lo que sí podemos hacer es aceptar que una vejez digna implica, entre muchas otras cosas, aceptarla y adaptarse a los cambios.

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