Para las personas adultas mayores estudiar algo de su interés resulta sumamente importante para estimular la salud neuronal de su cerebro, así como para socializar y mantener un buen ánimo.
Estudiar, para una persona adulta mayor, es un reto por distintas razones, pero también es una oportunidad única para completar un grado académico que haya quedado trunco, especializarse en algo que no pudo hacer cuando joven, hacer una carrera, aprender o capacitarse en algo en particular (cocina, tecnología, arte…), etcétera.
Estudiar abre nuevas conexiones cerebrales y aporta dopamina al cerebro de quien lo hace. Esto significa que la persona que estudia hace un equivalente de gimnasia cerebral, al tiempo que toma una terapia ocupacional y emocional.
Quienes estudian a cierta edad pueden tener muy claro que se estudia para aprender algo que interesa, para disfrutar saber más cosas, compartir con otras personas una materia que apasiona, vencer miedos y superarse, sentirse mejor con uno mismo, comprender a otros y ayudarles con sus tareas cotidianas o estudios propios.
Las personas adultas mayores que están inscritas en cursos, escuelas o capacitaciones de cualquier tipo, tienen ocupada su mente, y no están de tiempo completo vigilando su salud o sus emociones.
Otros beneficios relevantes para cualquier estudiante son la mejora de la memoria, la capacidad analítica, la atención, la concentración, la actitud positiva y la creatividad.
Además, con el estudio se puede reducir el estrés en algunos casos y disminuir los niveles de ansiedad. Si lo que se estudia entra en el campo de las artes, como la música[1] y la pintura, también se da rienda suelta a una reconciliación con las experiencias de vida; es decir que se entabla una suerte de terapia sensorial, y hasta se pueden obtener, en algunos casos, beneficios económicos como resultado del nuevo aprendizaje.
[1] https://www.melomanodigital.com/los-25-beneficios-que-ofrece-el-aprendizaje-de-la-musica/
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