El concepto de prevención, en general, es importante porque empodera a la persona ante factores de riesgo que aparecen sin aviso ni fecha exacta. Cuando se habla de salud, la prevención es fundamental porque arroja algo de control sobre nuestras propias vidas, sobre la salud de nuestros organismos.
La prevención en salud es un tema que la Organización Mundial de la Salud ha colocado como un reto mundial desde 1988, ya que mediante ésta se pueden tomar “medidas destinadas no solamente a prevenir la aparición de la enfermedad, tales como la reducción de factores de riesgo, sino también a detener su avance y atenuar las consecuencias una vez establecidas”[1].
La prevención puede ser primaria, secundaria o terciaria. La primera se dirige, según la fuente citada, a una población de personas sanas para que disminuyan sus posibilidades de enfermar (puede ser mediante vacunas, hábitos saludables, recomendaciones nutricionales, revisiones médicas frecuentes, higiene, etcétera); la segunda aplica para detectar “enfermedades en estados iniciales”, por ejemplo, las personas con cáncer de colon (llamado silencioso) o predisposición a cáncer mamario.
La tercera se enfoca a las personas que ya padecen alguna enfermedad y que pueden disminuir o alentar su avance, así como sus complicaciones o síntomas mediante un tratamiento médico específico.
Prevenir es un concepto que no es muy usual, porque casi siempre reaccionamos ante la experiencia y no antes de ésta. Si lográramos ampliar una cultura de prevención en lugar de dejar que los problemas (de cualquier tipo, por cierto) se atiendan cuando están ya encima, la sociedad entera gozaría de una mejor calidad de vida.
NOTA IMPORTANTE: Recuerde que, si bien APRENDER A ENVEJECER aporta información de fuentes confiables, siempre recomendamos que consulte primero a su médica o médico de cabecera, y que evite automedicarse.
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