Los antibióticos son un gran descubrimiento para el avance de la medicina salvo por su mala utilización, misma que ha ocasionado que las bacterias muten y se vuelvan más resistentes a estos productos. Dicho de manera menos coloquial, la resistencia de las bacterias a los antibióticos causa gran preocupación a la Organización Mundial de la Salud puesto que significa que muchas enfermedades, antes curables, pueden volverse más agresivas y, además, los organismos humanos o animales dejan ya de responder a los antibióticos de manera adecuada.
El fenómeno, dicen especialistas, “es natural. Cada vez es mayor el número de infecciones (por ejemplo, neumonía, tuberculosis, gonorrea y salmonelosis) cuyo tratamiento se vuelve más difícil debido a la pérdida de eficacia de los antibióticos. La resistencia a los antibióticos prolonga las estancias hospitalarias, incrementa los costos médicos y aumenta la mortalidad. Los antibióticos son medicamentos utilizados para prevenir y tratar las infecciones bacterianas. La resistencia a los antibióticos se produce cuando las bacterias mutan en respuesta al uso de estos fármacos”[1].
Entre las malas maneras de utilizar los antibióticos se encuentran: cuando se recetan para cualquier enfermedad, sin estar seguros de que se esté atacando alguna bacteria específica que puede sucumbir ante el antibiótico que le fue indicado; cuando se combaten virus con antibióticos (puesto que no responden a estos) y cuando se trunca el consumo de la dosis recetada por el profesional de las salud (la ingesta de dosis incompletas, en lugar de combatir a las bacterias, ayuda a que se fortalezcan).
NOTA IMPORTANTE: Recuerde que, si bien APRENDER A ENVEJECER aporta información de fuentes confiables, siempre recomendamos que consulte primero a su médica o médico de cabecera, y que evite automedicarse.
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