Una de las características fundamentales de los derechos humanos es que no pueden ser retroactivos, no se pueden perder una vez conquistados, ni se puede dar marcha atrás (en países democráticos) respecto a las leyes que los garantizan, ni de las pautas que hacen que éstos sean obligatorios.
Las personas adultas mayores tienen derechos humanos, tienen derechos como parte de un grupo etario vulnerable, y no pueden claudicar ni abdicar a ellos. Tampoco les pueden decir que cambió la edad (siguiendo el principio de la no retroactividad de la ley) y que antes eran algo que ya no son. En todo caso, los derechos se van conquistando cada día y se van ampliando, no lo contrario, y en ningún caso se pueden perder.
Cuando las personas adultas mayores cometen algún delito, primero que nada “tienen derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa”[1] (a esto se le llama presunción de inocencia). Asimismo, se tiene derecho a recibir atención jurídica y psicológica y entran en tensión algunas lecturas de la ley y los reglamentos, pero jamás se pierden los derechos humanos como tales.
Para poder defender, respetar y dar cumplimiento a los derechos de las personas adultas mayores siempre es recomendable conocer cuáles son, de qué se tratan, cómo funciona este tema. Por ello, es muy recomendable repasar estos derechos, lo que puede hacerse en estos dos sitios:
Para poder exigir los derechos, cabe recordar que urge conocerlos y poder esgrimir que se tienen.
[1] https://news.un.org/es/story/2018/11/1446621#:~:text=Art%C3%ADculo%2011%3A%20Toda%20persona%20acusada,garant%C3%ADas%20necesarias%20para%20su%20defensa.
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