Entre los satisfactores básicos de cualquier persona humana están; la comida, el vestido y la casa. Por una cuestión de orden y organización, es sumamente importante que todas las personas tengan un techo en dónde vivir; esto es un derecho humano. Ahora bien, si esta vivienda o techo que nos protege está registrada en el Registro Público de la Propiedad, se trata de un hogar estable y seguro. Lo anterior, no obstante, no significa que nosotros tengamos seguridad cuando no tenemos nuestros papeles de la propiedad a la mano, en orden o cuando nuestras personas de muchísima confianza no saben en dónde se encuentran esos documentos o no tienen una copia.
Si ocurre cualquier fenómeno o desastre natural; si nos morimos de repente; si caemos en una situación económica desfavorable, tenemos que tener a la mano nuestros documentos que respalden la propiedad que nos resguarda y deben de estar actualizados, en orden, de preferencia a nuestro nombre o encontrarse acompañados de las cartas notariadas que suscriben que nos pertenecen, que estamos gozándolos en comodato o en nuda propiedad.
Estar al día en la documentación, tenerla ordenada, a la mano, localizable, es parte de la responsabilidad que tiene toda persona adulta mayor y jóvenes o familiares y amistades que le acompañan.
Además, tener una propiedad regularizada nos ayuda porque[1]:
“La regularización permite que la propiedad tenga acceso a servicios básicos, como agua potable, electricidad, drenaje y alumbrado público. Estos servicios son fundamentales para la habitabilidad y el desarrollo de la propiedad, mejorando la calidad de vida de los propietarios y sus comunidades.”
Incluso, si queremos heredar a familiares, amistades o conyugues, es importantísimo que no les dejemos un bien no regularizado o con los documentos en orden. Prever en vida esto, mientras podamos, es una prioridad.
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[1] https://bit.ly/3xbZrwU
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