Una de las artistas plásticas mexicanas más especializadas es, sin duda, la tamaulipeca Esther González. Nacida en Tampico en 1936, estudió en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Sobre todo, su arte se ha destacado por recuperar el sentido y los símbolos bizantinos que “revelan con profundidad la emoción religiosa del alma. Su serenidad y paz se acentúan con colores luminosos, ya que el icono representa la divinidad. Estas obras se realizan sobre un soporte de madera recubierto con láminas de oro o plata. El fondo dorado, la suspensión de los pies en el espacio, el hieratismo y la frontalidad de las figuras realzan la inmortalidad, solemnidad y divinidad de las representaciones”[1]:
En una búsqueda espiritual, especialmente desde el terremoto de 1985 que sacudió la Ciudad de México, González ha desarrollado una vocación por el arte bizantino desde su particular reinterpretación.
En cuanto a su trayectoria, se destaca que[2]:
…Desde 1970 ha exhibido su obra en galerías de arte de México, Cuba, Italia, Suiza, Chile, Estados Unidos, Holanda, Venezuela, Bulgaria, Serbia, India, entre otros. Obtuvo el premio de grabado del Salón de la Plástica Mexicana (1971); el segundo premio de la exposición El árbol y el bosque en el grabado, del INBA (1978); el premio de pintura del Salón de la Plástica Mexicana (1985); el premio de dibujo del Salón de la Plástica Mexicana (1988); el premio de pintura Mazatlán (1991) y el premio de pintura Arte de Monterrey (1991), desde el año 2006 es miembro honorario del Centro de Investigación de Arte y Cultura Ortodoxa San Miguel Arcángel en el Centro de Lectura Nacional Dobri Voynikov en Shumen, Bulgaria…
[1] https://www.lasnuevemusas.com/esther-gonzalez-de-ceniceros-el-sentido-del-simbolo-bizantino/
[2] https://www.artac-aiap.org/esther-gonzlez
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