La definición anatómica de la ingle es, “zona del cuerpo donde la parte de arriba de los muslos se une a la parte más baja del abdomen. Por lo general, este y la ingle están separados por una pared formada por músculo y tejido. Las únicas aberturas que tiene esta pared son pequeños túneles que se llaman canales inguinales y femorales. Por allí pasan nervios, vasos sanguíneos y otras estructuras que van de una zona a la otra”[1]. El nombre coloquial de la ingle es “entrepierna”.
La importancia de mantener los músculos de la ingle fortalecidos se trata de evitar la flacidez de la piel en esa zona, así como mejorar la postura corporal y la tonificación del cuerpo en general.
Entre los ejercicios más sencillos que ayudan a fortalecer las ingles se encuentran las sentadillas con piernas abiertas, mejor conocidas como “de sumo”; las estocadas o estirones laterales (a veces conocidos como desplantes); el levantamiento de pierna cuando se está recostado sobre un costado, lateralmente; hacer planchas; saltos; zancadas y, el que pareciera ser más sencillo, subir y bajar escaleras.
Antes de comenzar las rutinas para el fortalecimiento de ingles se recomienda calentar y estirar la zona, puesto que, si se ejercita en frío puede fácilmente haber lesiones o desgarres. Además, hay que comenzar poco a poco y, al final, procurar enfriar. Como siempre, recordamos que los ejercicios que se fuerzan o que son muy dolorosos, de preferencia no se deben hacer. Cuando haya alguna duda, es más importante consultar con una persona profesional de rehabilitación física y acondicionamiento, que comenzar a hacer ejercicios que pudieran resultar en lastimaduras graves.
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