Una de las maneras más amables y divertidas para hacer ejercicio es bailar. El baile alegra el corazón metafóricamente, y también implica hacer ejercicio cardiovascular, por lo que es altamente recomendable para todas las personas, en especial para las personas adultas mayores.

Bailar, como hemos mencionado en ocasiones anteriores, fomenta el aprendizaje de nuevos pasos (lo cual es altamente benéfico para nuestras conexiones neuronales) y estimula la coordinación corporal. Además, fortalece los músculos y afina el equilibrio y nos ayuda a socializar y a hacer amistades con quienes compartir y platicar, lo cual es muy bueno para la salud emocional y mental; nos ayuda a pasar un rato ameno al ritmo de la música, lo que también es muy importante para mantenernos saludables mentalmente.

Bailar salsa, en particular, implica adquirir habilidades para seguir un ritmo cadencioso y alegre, lo que puede convertirse en un hábito sumamente saludable.

La música adecuada para bailar salsa puede ser de distintos géneros, como “el mambo, el danzón, el cha cha chá, la guaracha y el son montuno”[1].

Hay salsas de distintas partes del mundo, sobre todo latinoamericanas, y hay muchas escuelas para aprender a bailarla. Por lo general, los ritmos son derivados de los géneros afroantillanos y a menudo se fusionan con el jazz. Entre los primeros ritmos de salsa se encuentran el “guagancó y el sonero”.

Para bailar salsa no se requiere un atuendo especial, con ropa cómoda y zapatos estables se puede empezar a bailar. Es muy recomendable calentar siempre antes y enfriar al terminar. También, de preferencia, encontrar una pareja con la que nos sintamos a gusto y coordinemos mejor, aunque no necesariamente para ganar concursos, sino para disfrutar plenamente la experiencia.

Una de las maneras más amables y divertidas para hacer ejercicio es bailar. El baile alegra el corazón metafóricamente, y también implica hacer ejercicio cardiovascular, por lo que es altamente recomendable para todas las personas, en especial para las personas adultas mayores.

Bailar, como hemos mencionado en ocasiones anteriores, fomenta el aprendizaje de nuevos pasos (lo cual es altamente benéfico para nuestras conexiones neuronales) y estimula la coordinación corporal. Además, fortalece los músculos y afina el equilibrio y nos ayuda a socializar y a hacer amistades con quienes compartir y platicar, lo cual es muy bueno para la salud emocional y mental; nos ayuda a pasar un rato ameno al ritmo de la música, lo que también es muy importante para mantenernos saludables mentalmente.

Bailar salsa, en particular, implica adquirir habilidades para seguir un ritmo cadencioso y alegre, lo que puede convertirse en un hábito sumamente saludable.

La música adecuada para bailar salsa puede ser de distintos géneros, como “el mambo, el danzón, el cha cha chá, la guaracha y el son montuno”[1].

Hay salsas de distintas partes del mundo, sobre todo latinoamericanas, y hay muchas escuelas para aprender a bailarla. Por lo general, los ritmos son derivados de los géneros afroantillanos y a menudo se fusionan con el jazz. Entre los primeros ritmos de salsa se encuentran el “guagancó y el sonero”.

Para bailar salsa no se requiere un atuendo especial, con ropa cómoda y zapatos estables se puede empezar a bailar. Es muy recomendable calentar siempre antes y enfriar al terminar. También, de preferencia, encontrar una pareja con la que nos sintamos a gusto y coordinemos mejor, aunque no necesariamente para ganar concursos, sino para disfrutar plenamente la experiencia.

 

[1] https://www.goandance.com/es/blog/salsa/52-los-origenes-de-la-salsa-y-su-historia

[1] https://www.goandance.com/es/blog/salsa/52-los-origenes-de-la-salsa-y-su-historia

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