Con mucha frecuencia escuchamos: la vejez es un periodo de la vida lleno de pérdidas y enfermedad. Pero se les olvida reflexionar sobre un hecho importante: tenemos pérdidas y enfermedad a lo largo de toda la vida. Podemos perder a nuestros padres en la infancia, al mejor amigo en la adolescencia o a nuestra mascota en la naciente juventud. Por otro lado, la enfermedad también está a lo largo de toda la vida.  Algunas personas nacen con diabetes tipo 1, con algún tipo de epilepsia, o con severos problemas en la piel.

En la vejez no todo son pérdidas y enfermedad. Cierto: las pérdidas y la enfermedad pueden acumularse, sobre todo si no las atendemos, si no las sanamos.

En la vejez ganamos experiencia, elegimos batallas, identificamos conflictos con mayor facilidad, disfrutamos nuestros logros, reconocemos de lo que hemos sido capaces, podemos tomar decisiones más asertivas, sentimos gratitud por lo vivido, tenemos más tiempo para nosotras, somos responsables de nuestro envejecimiento y salud, y mucho más.  El asunto es salir de ese círculo en el que culturalmente se nos encierra como víctimas, sin dejarnos reconocer el valor de los años vividos y nuestro derecho al placer. En la vejez no todo son pérdidas y enfermedad. Le invito a reflexionar sobre el tema.

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