Empieza el año, y lo primero que le sugiero es que elimine de su cabeza la falsa creencia de que el proyecto de vida es solo un asunto de jóvenes: jóvenes que definirán su vida, su carrera, lo que desean para los años futuros. Nosotras, las personas mayores, no se le olvide, también tenemos vida y esperanza.
Imaginar un proyecto de vida y construirlo nos da una razón para despertarnos cada día. Para organizar nuestras actividades cotidianas con un objetivo, con una razón. La vejez misma es, en sí, un gran proyecto. Habrá quien se quede con la idea de que ha llegado al bote de la basura, y se deprime y se detiene a esperar la muerte. Otras personas, que saben que en la vejez viviremos más años que en la juventud, seguramente podrán empezar a diseñar cómo quieren vivir los siguientes años: en qué se van a ocupar, qué es lo que desean aprender, y no verán la edad como un pretexto.
Cada día crecen los casos de personas que terminan una carrera, o que desarrollan un talento que estaba dormido; que viajan, que escriben o pintan… la vejez es, también, una etapa para reinventarnos, para descubrirnos. ¡No se quede con ideas catastrofistas! Busque en su mente, y en su corazón, las ideas y las propuestas que puedan alegrar sus mañanas. Si nunca lo tuvo, invéntelo; si ya lo tenía, actualícelo, pero no empiece el año sin su proyecto de vida, al que tenemos derecho todas las personas mayores.
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