Hoy quiero invitarles a fomentar la cultura del buen trato para todas las personas, pero en especial, para las personas adultas mayores. El buen trato comienza en nuestra propia casa, en nuestro trabajo. Implica revisar todos nuestros hábitos: la forma en que nos dirigimos a las personas adultas mayores, la manera en que les pedimos o decimos las cosas, en cómo las tratamos.

El buen trato nos lleva a reflexionar sobre nuestros pensamientos, esos que derivan de nuestros actos: “ay, los viejos estorban”; “ay, las viejas son unas chismosas”; “ay, la vejez es la peor etapa de la vida”… Nuestras acciones son producto de nuestros pensamientos, y nuestras conductas dicen mucho de cómo pensamos.

El buen trato no es sólo evitar el maltrato: es sumar un poquito más de amabilidad, de respeto, más consideración. Compasión, dirían mis amigos budistas. El buen trato casi siempre invita a una respuesta recíproca y positiva. Hay que pensar que, tarde o temprano, miles de personas en el mundo llegarán a ese punto del ciclo vital, y si trabajamos desde hoy ya se habrá enriquecido y nutrido la cultura del buen trato.  Sí: muchas de nuestras aportaciones las disfrutarán las nuevas generaciones de personas mayores.

¿Qué ideas sumaría usted para integrar una cultura del buen trato? ¿En qué áreas tenemos que educarnos como población?  Espero sus aportaciones. Nuestros telefonistas están al pendiente de sus comentarios en el 55 51 66 4000. O deje un comentario en redes.

Todas las personas merecen beneficiarse de la cultura del buen trato, y en especial las personas adultas mayores.

 

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