El cafecito
El otro día leía un artículo sobre la cantidad de consecuencias que tenemos las personas mayores cuando no nos movemos. Mencionaban la atrofia muscular, el aumento de dolores, el incremento del riesgo de caídas, el crecimiento de la fragilidad, los problemas de equilibrio, y todo por negarnos a mover.
Hace muchos años se creía que lo mejor para la persona mayor era, justo, la inmovilidad. Y entonces se hicieron célebres frases como: “no te muevas mamá”, “no te levantes, papá, yo te lo traigo”, y lo que hicimos fue impedirles una actividad fundamental para el bienestar de nuestro cuerpo: el movimiento. Las articulaciones, los músculos, vaya… hasta el cerebro invitan al movimiento. Si no nos movemos aparecen también problemas en nuestra circulación, se agravan los padecimientos del corazón, bueno, hasta la digestión tiene problemas. Sin duda, todo se complicó más con el encierro y la falta de movilidad, pero hasta en un rinconcito de nuestro espacio vital podemos hacer algo por nuestro cuerpo.
Y, por favor, no le echemos la culpa a la vejez. Cierto, nos vamos desajustando, pero en la medida en que nos movamos y nos ejercitemos nuestro envejecimiento será más lento y con mejor calidad. Tenemos que considerar que el sedentarismo más el confinamiento, más la idea de que no necesito a nadie, generan deterioro cognitivo. En nuestro cuerpo está escrita parte de nuestra historia de vida, ¿qué más tiene que contarle? ¿Qué más puede hacer para consentirlo? Claro, darle movimiento. Y aquí nuestra invitación para levantarse y bailar. Esta es nuestra propuesta.
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