Me imagino que muchas de las personas mayores que ahora nos están viendo se han enfrentado con que la comida “no les sabe”, que está insípida, y luego luego piden un salero. Uno de los motivos de este “sin sabor” de los alimentos se debe a que nuestras papilas gustativas se regeneran más lentamente, por lo que con el tiempo dejamos de percibir el sabor de los alimentos. Otro factor que complica las cosas es la disminución de nuestro sentido del olfato, que también nos impide disfrutar lo que comemos.

Unas antes y otras después, pero todas las personas mayores nos enfrentaremos a este cambio. Por ello no debe de utilizarse la sal en demasía, sino buscar enriquecer los sabores con hierbas de olor, con aderezos caseros, con semillas, y todo lo que su gusto e imaginación le propongan, pues el uso excesivo de sal, además de elevar nuestra presión arterial, se ha asociado al cáncer de estómago. Y no es que sea una causa directa, pero según una publicación reciente de la revista especializada Gastric Cáncer, de Austria, sí es un factor de riesgo que aumenta las posibilidades de contraerlo hasta en un 40 por ciento, frente a las personas que consumen poca sal. El cáncer de estómago está entre los primeros cinco de una larga lista de tipos de cáncer. Afecta también a los jóvenes, pero la proporción ha incrementado en personas mayores de 50 años.

Así, mejorar el sabor de nuestros alimentos, por nuestra salud, se debe de hacer sin que se ponga en riesgo nuestro corazón ni nuestro estómago.

 

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