Las personas somos seres cambiantes y entes en permanente evolución. De hecho, uno de los objetivos del ser humano es poder detectar sus errores para irlos superando, venciendo, dejando atrás. Así, casi nadie es exactamente igual a como fue algunos años y la gente que lo rodea y forma su círculo más íntimo, amoroso y familiar, también va cambiando y colectivamente se va transformando un grupo o célula social. Además, somos tiempo y la vida se puede acabar en cualquier momento porque difícilmente se controla lo que ocurre respecto de nuestra muerte. Es por lo anterior que siempre se recomienda dejar hecho un testamento y por esas mismas razones también es importante dejar en cualquier tipo de contratos y documentos personales, como seguros, testamentos, herencias, legados, cuentas bancarias y todo tipo de contratos hechos en vida, a beneficiarios que uno o una desee se queden con este o aquel bien que se haya tenido en vida.
Las y los beneficiarios, según dicen las personas expertas, deben de actualizarse periódicamente, anualmente para ser concretos, puesto que no siempre estos o estas viven, no siempre se quiere que sean las o los mismos, las relaciones y necesidades cambian. Las personas estamos en todo nuestro derecho de dejar los bienes que tenemos en vida a las personas que queramos cuando hayamos muerto, pero nadie está obligado a adivinar lo que queremos. Es por lo anterior que, lo más responsable es, actualizar este tipo de documentos, asomarnos a ellos y dejar todo lo que queramos por escrito antes de que sea demasiado tarde.
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