En todas las especies animales, los ciclos circadianos se refieren a “los cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo de 24 horas”[1]. El consumo de los medicamentos recetados por profesionales de la salud debe, general e idealmente, empatar con estos ciclos.
Por ejemplo, si por las noches se padece cierto padecimiento de manera más aguda, a esas horas puede intentar armonizarse el consumo de las medicinas destinadas a esa enfermedad.
Otro ejemplo: durante las mañanas “la presión sanguínea se eleva para preparar al cuerpo tras el descanso nocturno, por lo que en esos horarios hay una mayor incidencia de infartos”[2].
De acuerdo con la misma fuente, deben de tomarse en cuenta el ciclo circadiano del paciente y los medicamentos que consume[3]:
… en algunos tratamientos, la sincronización de los ritmos biológicos con la administración del medicamento puede mejorar la tolerancia de éstos y/o su efectividad. Obtener los efectos coincidiendo con el momento de mayor aparición de los síntomas, o buscando el momento de mayor tolerabilidad para disminuir la aparición de efectos indeseados, permite optimizar la respuesta.
Es el caso, por ejemplo, de la administración de corticoides en dosis única matinal, para mantener el ritmo lo más similar posible al fisiológico.
NOTA IMPORTANTE: Recuerde que, si bien APRENDER A ENVEJECER aporta información de fuentes confiables, siempre recomendamos que consulte primero a su médica o médico de cabecera, y que evite automedicarse.
[1] https://www.nigms.nih.gov/education/fact-sheets/Pages/circadian-rhythms-spanish.aspx
[2] https://www.farmaceuticonline.com/es/ritmos-biologicos-y-medicamentos/
[3] Ibid.
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