Este mes regresarán, a nuestra mente y corazón, muchos olores que nos resultan familiares: los ingredientes de una posible cena navideña nos recordarán el sazón de la abuela; quizá, en algún momento, evoquemos la loción que usaba el abuelo, o nos acompañará el olor del café de olla preparado por mamá. Es como si los olores nos transportaran en una máquina del tiempo, a través de nuestros recuerdos. Y es que el sentido del olfato llega de manera directa al cerebro y está fuertemente vinculado con la memoria.
No todas las personas tenemos la misma capacidad olfativa, pero disminuye aún más si se fuma, se vive en zonas muy contaminadas o, en algunos casos, cuando hemos padecido infecciones respiratorias como el COVID-19. El olfato también va disminuyendo con la edad, pero se puede reentrenar para seguir registrando los olores con mayor claridad. La ausencia del sentido del olfato puede ser un síntoma de la proximidad de enfermedades como demencia, alzheimer; enfermedad de parkinson, o algunos casos de depresión.
Es importante mantener vivo nuestro sentido del olfato, por los buenos recuerdos que trae a nuestra memoria y por las alertas que nos ofrece sobre nuestra salud. Esta no es información para que se alarme, sino para que disfrute, cuide y rehabilite, si es el caso, este sentido de nuestro cuerpo que es tan valioso. Ante la duda, sugerimos que consulte a su médico especializado en otorrinolaringología.
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