Los beneficios de comer saludable y de seguir una dieta balanceada van más allá de tener un peso adecuado y buena salud: ayuda a nuestro cerebro a trabajar mejor y mantener correctamente su funcionamiento. 

El sobrepeso, la obesidad y una vida sedentaria aceleran el envejecimiento del cerebro y están asociados con la disminución cognitiva, la pérdida de memoria y la dificultad para aprender algo nuevo.

No necesitamos alimentos especiales, solo conocer qué es bueno para nuestro cerebro, para cuidarlo y evitar que sufra daños.

Si en su dieta no incluye verduras de hojas verdes y legumbres podría sentir fatiga, confusión, irritabilidad y hasta demencia. 

Los excesos siempre son malos en todo, por eso es importante reducir el consumo de aceites vegetales que se convierten en grasas saturadas y el colesterol, que tapa las arterias. 

Un alto consumo de azúcar provoca a largo plazo diabetes y problemas neurológicos y de memoria. Consumir más del 20 por ciento de calorías de azúcar aumenta significativamente el riesgo de morir por enfermedad cerebrovascular. 

La comida rápida representa también un riesgo, ya que modifica el cerebro y provoca síntomas parecidos a la abstinencia, como ansiedad y depresión.

Los alimentos procesados están repletos de azúcares, fructosa, sodio, aceites hidrogenados, grasas trans y demás, que dañan severamente al cerebro y elevan el riesgo de padecer una enfermedad neurodegenerativa. El alto consumo de este tipo de grasas está vinculado a la contracción del cerebro que se asocia con el Alzheimer. Además, hacen más lentos los reflejos y la capacidad de respuesta cerebral, y aumentan el riesgo de sufrir un derrame.

Las galletas, pasteles, pan dulce, pizzas, helado, botanas, comida rápida, grasas sólidas, como la manteca y la margarina y los sustitutos de crema no lácteos, son ejemplos de grasas trans, que son bajas en nutrientes: no aportan nada, solo calorías adicionales por el exceso de azúcar. 

Debemos de tener cuidado también en el consumo de sal. Lo recomendable son cinco gramos al día, más de esa cantidad eleva el riesgo de desarrollar hipertensión arterial, problemas en el corazón, como insuficiencia cardiaca e infartos, accidente cerebrovascular, daño en los riñones, que lleva a insuficiencia renal, e incluso la posibilidad de presentar cáncer gástrico o colorrectal, entre otros.

El glutamato monosódico sintético, un potenciador del sabor, que se encuentra escondido en gran parte de los alimentos ultraprocesados, daña las células nerviosas del cerebro, deteriora la capacidad de aprender, de formar nuevos recuerdos y deriva en enfermedades como el Alzheimer.

“Que la comida sea tu alimento y el alimento, tu medicina”, decía Hipócrates. Por eso es fundamental cuidar la alimentación en esta etapa de la vida, para conservar energías, vitalidad, buen estado físico y, principalmente, mantener una mente activa y sana.

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