Hace tres años nació Aprender a Envejecer, revista dedicada a transformar los prejuicios que se tradujeron en maltrato, desempleo, enfermedad, miedo y autoabandono. Por fortuna, los avances científicos, sociales y las nuevas generaciones que llegan a la mayoría vital, han empezado a cambiar el concepto de raíz y a valorar la experiencia que se puede aprovechar al llegar a esta edad.
En el Día Mundial de la Salud Sexual, organizado por la Asociación Mundial para la Salud Sexual (WAS, por sus siglas en inglés), su lema para 2022 es ¡Hablemos del placer! Y además de hablar de ello, le invito a vivirlo.
Nos sorprenden, nos maravillan con sus hazañas las personas mayores que terminan sus estudios, destacan en el deporte o en otro aspecto de la vida cotidiana, quienes lo único que han hecho es seguir viviendo y haciendo lo que aman, contra un mundo que les dice que no podrán.
¿Qué ideas necesitaríamos para el mejoramiento de la vida de las personas mayores en nuestro país? ¿Qué hacer para que el trabajo de vida de las personas mayores sea reconocido y remunerado?
Nos interesa que el arte y la cultura llenen su corazón. Dese un tiempo para ir al teatro y disfrutar las puestas en escena que el gran actor mexicano, Mario Iván Martínez, recién llegado a la sexta década, nos presenta.
El edadismo, término que se usa desde 1969, es una forma de discriminación por edad que afecta directamente a las personas mayores, el cual se manifiesta de manera clara en el lenguaje cotidiano.
Muchas de las nuevas producciones cinematográficas hablan de volvernos a enamorar en la adultez mayor, de la vida sexual, de los dilemas ante la eutanasia y el suicidio asistido, de la necesidad de una cultura de los cuidados. Los nuevos argumentos cinematográficos ya no nos presentan como seres olvidados, sino como personas con futuro y esperanza.
Muchas de las personas que hoy son adultas mayores vivieron en un país donde la expresión de una orientación no heterosexual, les limitaba. La vida como parte de la diversidad sexual obligaba a la clandestinidad, a la doble vida, y a condiciones que vulneraban los derechos humanos.
El reconocimiento a estos dos personajes de la cultura mexicana les llega en vida, cuando están activos y cuando su legado a México es indiscutible.
En Aprender a Envejecer, nos gusta informarles sobre el trabajo que seguimos haciendo las personas adultas mayores en este país, y en el teatro no somos la excepción.
Muchas vidas se han congelado, muchos corazones dejaron de latir ante la enfermedad, pero Susana Campos, con sus casi ocho décadas de vida, creó pinturas que muestran las diferentes etapas a las que el Parkinson la sometió.
Envejecer no es un delito, no es llegar al bote de la basura, pero hay muchas ideas falsas y prejuicios alrededor de esta etapa natural de la vida. Quienes nos miran con desprecio, en unos años pueden ser víctima de sus propias palabras.
Después de una exitosa protesta titulada “Soy viejo, no idiota”, contra el maltrato y las arbitrariedades de los bancos hacia las personas mayores en España, se ha propuesto un decálogo para atender y mejorar los servicios a esta población.
Es necesario que hoy todas aquellas mujeres que trabajamos por el bienestar femenino, recordemos que las mujeres adultas mayores también tenemos derecho a una vida digna, y por eso vamos a conmemorar el Día Internacional de la Mujer el próximo martes 8 de marzo.
El Concurso Nacional Literario “Memorias de El viejo y la mar”, invita a todas las personas mayores de 60 años a participar, en cualquier parte de la república mexicana.
La lectura tiene la capacidad de mejorar nuestra calidad de vida como personas adultas mayores, porque estimula nuestra imaginación y promueve la concentración, y eso es un buen entretenimiento para el cerebro: ayuda a lentificar el deterioro cognitivo.
Las personas mayores somos sujetas de derechos y tenemos que exigirlos. La espera pasiva parece que se acaba.
Cuando uno toma conciencia del envejecimiento y su significado, tiene dos grandes caminos: sumar todo lo bueno y lo nuevo que aparece en nuestra vida; o derrotarse, autovictimizarse, darse a la tragedia como única opción.
¿Qué agradecer en esta etapa de la vida? Los años vividos, todas las cosas que hemos aprendido, las personas que enriquecen nuestra vida, haber sobrevivido a la pandemia de Covid-19, entre muchas otras bendiciones.
Como dice Rosa Parks, “saber lo que hay que hacer disminuye el miedo”. Y nosotros ya sabemos qué hacer: no bajar la guardia. Continuar con el lavado constante de manos o el uso de gel, portar correctamente nuestro cubrebocas y mantener la sana distancia.