La jubilación es una idea que inquieta a muchas personas. A unas porque no la tendrán nunca, pero a otras porque significa que se termina su vida laboral y eso les llena de incertidumbre. Jubilación es una palabra que tiene raíz latina, iubilare, jubilare, que significa “expresarse con alegría”. Y hay que celebrar la jubilación porque es producto de varias décadas de trabajo en donde cada persona aportó su tiempo y energía.

En nuestro país es muy bajo el porcentaje de trabajadores y trabajadoras que se jubilan, así que, si usted puede ejercer ese derecho, no sucumba antes las “aves de mal agüero” que le amenazan. Usted se jubila del trabajo, no de la vida. Le propongo que, en lugar de asociar la jubilación a palabras como decadencia, improductividad, carga, aburrimiento, deterioro o enfermedad, la asocie a otras, como proyecto, renovación, placer, reinvención, actualización, transformación, recreación, evolución. ¿Suena distinto?

La jubilación, insisto, no es el fin de la vida. Cierto: nos enfrenta al cambio, a romper la rutina, incluso modifica la relación con nuestras amistades y familiares. Jubilarse es tiempo de crecer, de compartir, de descubrir. Y hay quien se descubre buen bailarín…

 

 

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